Como expertos en el uso y almacenaje del hierro en Granada, hemos redactado este artículo con el objetivo de que conozcan brevemente las aplicaciones e historia del hierro.
Aplicaciones
Es el metal duro más usado, constituyendo el 95% en peso de la producción mundial de metal. El hierro puro (que alcanza la pureza a partir de 99,5%) no tiene demasiadas aplicaciones, salvo excepciones para utilizar su potencial magnético.
Tiene gran importancia para la formación de productos siderúrgicos, utilizando éste como elemento matriz para alojar otros elementos tanto metálicos como no metálicos.
Se considera que una aleación de hierro es acero si contiene menos de un 2,1% de carbono; si el porcentaje es mayor, recibe el nombre de fundición.
El acero es indispensable debido a su bajo precio y tenacidad, especialmente en barcos, automóviles y componentes estructurales de edificios. Las aleaciones férreas tienen una amplia variedad de condiciones mecánicas dependiendo de su composición o el tratamiento con el que se haya llevado a cabo.
Acero
Cómo hemos mencionado anteriormente, los aceros son aleaciones férreas con un contenido máximo de carbono del 2%. El uso más extenso para la obtención de aceros estructurales; aunque también se producen grandes cantidades de hierro fundido y forjado. Entre otros usos del hierro y de sus compuestos se tiene la fabricación de tintes, imanes y abrasivos.
Fundiciones
Es obtenido en el alto horno mediante la conversión de los minerales en hierro líquido, a través de su reducción con coque; se separan con piedra caliza, los componentes indeseables como azufre, fósforo y manganeso.
Hay distintos tipos de fundiciones:
- Gris
- Blanca
- Vermicular
- Atruchada
- Maleable europea
- Maleable americana
- Dúctil
Sus características varían de un tipo a otra; según cuál sea se utilizan para distintas aplicaciones: engranajes, motores, válvulas, etc.
En nuestros almacenes de hierro en Granada, contamos con productos de ambos tipos.
Historia del Hierro
Se tienen indicios de su uso 4.000 años antes de Cristo, por parte de los egipcios y sumerios. En el segundo y tercer milenio antes de Cristo, van apareciendo más objetos en Mesopotamia, Anatolia y Egipto. No obstante, su uso parece ser testimonial, siendo un metal muy caro más que el oro. Varias fuentes sospechan que quizás se consiguiese como subproducto de la obtención de cobre.
Entre 1600 a. C. y 1200 a.C va aumentando su uso en Oriente Medio, pero no logra sustituir al predominante uso del hierro. Entre los siglos XII a. C. y X a. C. se produce una veloz transición en Oriente Medio desde las armas de bronce a las de hierro.
Justo con esta transición se descubrió el proceso de “carburización”, consistente en añadir carbono. Se obtenía como una mezcla de hierro con algo de carburos o carbono, y era forjado, creando así ya el producto con una forma. Este producto forjado tenía un contenido en carbono muy bajo y no se podía endurecer fácilmente al enfriarlo en agua.
Se observó que se podía conseguir un producto mucho más duro calentando la pieza de hierro forjado en un lecho de carbón vegetal, para entonces sumergirlo en aceite o agua. El producto resultante, que tenía una superficie de acero, era menos frágil y más duro que el bronce.
En la Edad Media, y hasta finales del siglo XIX, una gran cantidad de países europeos empleaban como método siderúrgico la Farga catalana. Se obtenía hierro y acero bajo en carbono empleando carbón vegetal y el mineral de hierro. Este sistema estaba ya implantado en el siglo XVV, y se conseguían alcanzar hasta unos 1200º. Este procedimiento acabo siendo reemplazado por el de los altos hornos.
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